Un trato discriminatorio injustificado
La Voz de Galicia Miércoles 9 de Febrero de 2011
Uno de los signos más claros de la debilidad de un gobierno es ser fuerte con los débiles y sumiso con los poderosos. Este modo de actuar, además de servil con el fuerte, es totalmente arbitrario, ya que es contrario a la justicia, a la razón o a las leyes, y está dictado únicamente por el propio interés, que además habitualmente es contrario al bien general.
Cuando este proceder se traduce en una actuación política discriminatoria para el conjunto de los ciudadanos y, por tanto, contraria al principio de igualdad, desemboca en una decisión política injusta a sabiendas de que lo es.
El Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero se ha sentido fuerte al tratar con extrema dureza a Galicia en lo relativo a la financiación de su deuda (incluida la cuestión de los genéricos para disminuir el gasto farmacéutico). Pero se ha plegado dócilmente a las exigencias de aumento de la deuda e incremento de las inversiones solicitadas por Cataluña.
Lo cual más que al distinto signo del partido que gobierne en cada comunidad (ayer se quejó también el presidente de Castilla-La Mancha, el socialista José María Barreda) se debe a conveniencias políticas relacionadas con la mayoría parlamentaria en el Congreso de los Diputados. Actuaciones como estas suponen anteponer el interés partidista a valores como la justicia e igualdad, que son dos de que proclama la Constitución como superiores de nuestro ordenamiento jurídico.