Posts Tagged ‘literatura’

Un trato discriminatorio injustificado

jueves, 10 febrero, 2011

Fecha de publicación:

La Voz de Galicia
Miércoles 9 de Febrero de 2011

Uno de los signos más claros de la debilidad de un gobierno es ser fuerte con los débiles y sumiso con los poderosos. Este modo de actuar, además de servil con el fuerte, es totalmente arbitrario, ya que es contrario a la justicia, a la razón o a las leyes, y está dictado únicamente por el propio interés, que además habitualmente es contrario al bien general.

Cuando este proceder se traduce en una actuación política discriminatoria para el conjunto de los ciudadanos y, por tanto, contraria al principio de igualdad, desemboca en una decisión política injusta a sabiendas de que lo es.

El Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero se ha sentido fuerte al tratar con extrema dureza a Galicia en lo relativo a la financiación de su deuda (incluida la cuestión de los genéricos para disminuir el gasto farmacéutico). Pero se ha plegado dócilmente a las exigencias de aumento de la deuda e incremento de las inversiones solicitadas por Cataluña.

Lo cual más que al distinto signo del partido que gobierne en cada comunidad (ayer se quejó también el presidente de Castilla-La Mancha, el socialista José María Barreda) se debe a conveniencias políticas relacionadas con la mayoría parlamentaria en el Congreso de los Diputados. Actuaciones como estas suponen anteponer el interés partidista a valores como la justicia e igualdad, que son dos de que proclama la Constitución como superiores de nuestro ordenamiento jurídico.

Lengua y sentimiento de origen

lunes, 15 noviembre, 2010
La Voz de Galicia
Domingo, 14 de Noviembre de 2010

Es sabido que en España hay espacios geográficos en los que se hablan dos lenguas. En esos lugares, hay ciudadanos que se expresan preferentemente en una sola de ellas, su lengua materna, aunque conocen la otra. Y los hay que son totalmente bilingües, manejan ambas con total fluidez. De esas dos lenguas, una es propia y específica de ese espacio geográfico, en el sentido de que solamente se habla en él; y la otra es la que coincide con la común que usan la generalidad de los ciudadanos que conforman el ámbito geográfico más amplio en el que está integrado aquél. En el caso de Galicia, conviven el gallego y el castellano, siendo aquél el específico y éste el común de España.

El planteamiento que antecede pretende ser lo más respetuoso posible con todas las sensibilidades. Está hecho de manera puramente descriptiva, tratando de exponer la realidad sin ninguna connotación política o de otro tipo que trate de excluir o separar. El que un habitante de Galicia hable una sola de las lenguas o las dos es consecuencia en gran medida de su propia circunstancia vital. Hechos como el lugar de nacimiento y la familia de pertenencia determinan desde la misma infancia el uso predominante de una u otra lengua o de las dos. Y es la propia peripecia vital de cada uno la que acaba por influir en el idioma en el que se expresa habitualmente. Hay quien teniendo como lengua materna el gallego emplea en su vida diaria el castellano y al revés. Pero lo más frecuente es que la lengua materna acabe por determinar el idioma que uno habla en su vida diaria.

En el plano en el que me estoy moviendo, ser y sentirse gallego tiene más que ver con el lugar donde has nacido, en el que sientes que tienes ancladas tus raíces, que con la lengua en la que te expreses. Se es gallego porque uno se siente gallego. Y no hay nadie al que le hayamos encargado todos los que hemos nacido en Galicia que otorgue certificados de origen o procedencia. En lo que se siente cada uno no tienen cabida ni el dogma ni los espíritus excluyentes.

Mas allá, pues, de cualquier otra contaminación originada por concepciones ideológicas, ser y sentirse gallego es llevar Galicia en lo más hondo del alma. Lo cual, para los que nos sentimos profundamente gallegos, no es fruto tanto de la lengua que hablamos como de circunstancias vitales tan profundas y reales, como ser el aire de Galicia el primero que respiraron nuestros pulmones; su luz la primera que impresionaron nuestros ojos; sus ruidos y los murmullos de su gente los primeros que despertaron nuestros oídos; y, en fin, su atmósfera la primera que rodeó nuestro cuerpo. Por eso, sentirse gallego no puede ser más que un gran orgullo, y presumir de ello es pagar una deuda imperecedera que se tiene con el lugar en el que iniciamos la dura profesión que es vivir.

Si sentirse gallego es una impresión del alma, nada, incluida la lengua, ni nadie, salvo uno mismo, puede lograr que dejemos de considerarnos lo que somos.

La integración de nuestros inmigrantes

domingo, 17 octubre, 2010
La Voz de Galicia
Sábado 16 de octubre de 2010

Visto desde España, inmigrante es el sujeto natural de otro país que llega al nuestro para establecerse en él con idea de permanencia. Que su estancia sea más o menos permanente depende en gran medida de su integración; esto es, que acabe siendo de verdad uno de nosotros: un vecino más, un compañero de trabajo, un cliente. Y que sus hijos sean considerados sinceramente por los nuestros como compañeros de clase y de juegos.

En una aproximación superficial, puede parecer que la población inmigrante en España está débilmente integrada. A esta idea desacertada puede contribuir el hecho de que en las noticias sobre los actos delictivos se recalque con demasiada frecuencia el origen foráneo de sus presuntos autores. Con lo cual, se está enviando un mensaje subliminal de falta de integración y de pertenencia a la marginalidad. Otro hecho que puede contribuir a esta creencia es que los propios inmigrantes, y en función de sus orígenes nacionales, tienden a constituir núcleos de población más o menos herméticos que prefieren permanecer como colonias aisladas. Sin embargo, lo cierto es que, sin dejar de ser lo que son -porque no tienen por qué hacerlo- la mayoría de los inmigrantes están bastante integrados en España que es su nuevo país de residencia. Así lo demuestra un reciente y muy interesante estudio del Strategic Research Center de la EAE Business School titulado Las condiciones de vida de la población inmigrante en España.

Entre las conclusiones principales a las que llega dicho estudio, destacan dos de carácter general. La primera es que la población inmigrante, que no ha dejado de crecer desde principios del año 2000, está constituida actualmente por uno de cada ocho habitantes. Y la segunda es que los inmigrantes han emprendido decididamente el camino de su integración entre nosotros, lo cual ha transformado significativamente sus condiciones de vida.

Aunque detenerse en cifras siempre es tedioso, no queda más remedio que referirse a ellas para ver hasta qué punto se ha producido tal integración. Así, el número de hogares de residentes extranjeros asciende a más del 10% del total, y de este porcentaje más del 60% proceden de países no europeos. Según el número medio de los que componen un hogar, el de los inmigrantes es un 23% mayor que el formado por españoles: 3 personas en aquel por 2,67 en este. Con respecto a la propiedad, los españoles son propietarios de su vivienda en el 85% de los hogares, mientras que solo lo son el 32% de los inmigrantes procedentes de países no europeos. El nivel medio de gasto anual de un hogar español se cifra en 32.515 euros, siendo de 25.361 euros (un 28,2% inferior) el de los inmigrantes de países no europeos. Finalmente, mientras que el 33% de los hogares españoles no pueden permitirse vacaciones o afrontar gastos imprevistos, este porcentaje llega aproximadamente al 60% de los inmigrantes de países no europeos.

Las cifras revelan que los inmigrantes se van integrando, aunque todavía viven peor que los españoles. Pero confirman también que seguramente viven mejor que en sus países de origen.

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