Pesebrismo y protagonismo

La Voz de Galicia
Domingo, 12 de abril de 2009

En 1984, la vigésima edición del Diccionario de la lengua consideraba periodista a la “persona que compone, escribe o edita un periódico”, y más ampliamente a “la que tiene por oficio escribir en periódicos”. En tan solo 17 años, el importante peso que han adquirido otros medios de comunicación social y la realización de otras tareas por estos profesionales, han supuesto una ampliación del concepto de “periodista”, que es, además del habilitado legalmente para el ejercicio del periodismo, la persona dedicada profesionalmente, en un periódico o en un medio audiovisual, a tareas literarias o gráficas de información o de creación de opinión. (vigésima segunda edición del Diccionario de 2001).

Aunque tal vez les corresponde a ellos hablar de su profesión, me voy a atrever, en mi condición de simple ciudadano que está interesado por la realidad, a poner de manifiesto dos excesos que advierto en el modo de ejercer actualmente el periodismo por parte de algunos –ciertamente pocos, pero muy llamativos- de estos profesionales. La primera es un grado de “pesebrismo” que parece muy superior al de otras épocas, y la segunda un excesivo protagonismo que está convirtiendo al periodista más en sujeto activo de la noticia que en distanciado narrador de la misma.

Cuando parecía que la democracia iba a traer la libertad, que mi generación ansiaba por encima de cualquier otra cosa, la realidad actual hace dudar de que la hayamos conseguido del todo. Hoy da la impresión que existe libertad e independencia, pero es más apariencia que realidad. Una muestra de ello es que son bastantes los periodistas que por su falta de independencia desempeñan gustosos un doble papel: son sumisos y aduladores con el partido político al que sirven, pero críticos y mordaces con el partido adversario. En los numerosos debates que se plantean en los medios audiovisuales, los periodistas que intervienen se alinean con tal precisión en su respectivo bando que el espectador adivina sin demasiado esfuerzo la posición de cada uno ante los temas suscitados. Y esto por mucho que se quiera disfrazar con posiciones ideológicas o supone una coincidencia rayana en la más fanática militancia o es “pesebrismo” -¿moderno?- puro y duro.

De otra parte, el exceso de protagonismo de algunos periodistas es tan visible como el comentado pesebrismo. Y es que en la actualidad es tan fuerte el poder de los medios de comunicación que los periodistas han pasado de “contadores” de noticias a ser  protagonistas de las mismas. Este cambio de papel ha tenido el efecto positivo de aumentar el prestigio social de la profesión. Hasta tal punto que es relativamente frecuente ver a destacados periodistas en anuncios publicitarios recomendando los más variados productos o servicios. Pero este nuevo “vedetismo” periodístico –al igual que otros, como el judicial- puede traer consecuencias negativas, como la posible pérdida de la distancia necesaria para asumir el papel que le corresponde: conducirse con la mayor objetividad e independencia.

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