Las medidas contra la corrupción política

La voz de Galicia

Por increíble que parezca, en nuestra reciente democracia la corrupción es una práctica no solo frecuente, sino antigua y generalizada en casi todos los partidos políticos. Que se sepa, todo comenzó cuando en 1984, en pleno apogeo del Gobierno socialista, saltó la noticia de que un diputado socialdemócrata alemán habría entregado a Felipe González la entonces importante cantidad de un millón de marcos procedente de la trama de corrupción del caso Flick. Lo actual es que están saliendo a la luz, con una reiteración indignante, numerosos casos de corrupción, algunos de los cuales son de una cuantía ciertamente insospechada.

El último escándalo es el del señor Bárcenas, antiguo tesorero y senador del PP. Como en las noticias periodísticas sobre el señor Bárcenas se habla de que hubo supuestos pagos a ciertos dirigentes del citado partido en dinero opaco, el presidente Rajoy ha tomado cartas en el asunto. Ha anunciado que propondrá, como medida general, a todas las fuerzas políticas un gran pacto contra la corrupción. Espero que no haya ni una sola formación política que deje de sumarse a dicho pacto: los sufridos y saqueados ciudadanos lo exigimos. En el ámbito de su partido, ha decidido realizar una auditoría externa que se encargará a una firma de reconocido prestigio, lo cual servirá tan solo para comprobar si la contabilidad oficial del partido refleja la imagen fiel de su situación patrimonial. A esta medida se añadirá, según el presidente Rajoy, una investigación interna, que si es lo efectiva que sería de esperar, serviría para depurar responsabilidades y llegar hasta la expulsión del partido de los militantes corruptos, si los hubiere.

Esta postura del PP contrasta con la de otros partidos que tratan de enmarañar los asuntos en los que están implicados, proponiendo comisiones de investigación parlamentarias, en las que el control sobre los corruptos no funciona porque está en manos del propio partido que domina el Parlamento regional, como sucede en el caso de los ERE de la Junta de Andalucía.

Visto lo que antecede, y aunque esté siendo devastadora, la crisis parece tener algún efecto positivo, pues la indignación de los ciudadanos está obligando a los partidos a actuar con limpieza. En esta misma dirección, hay que inscribir la medida de hacer transparentes los presupuestos de gastos para el presente ejercicio de la Casa Real. Ahora solo falta que los hasta ahora intocables sindicatos inicien también la misma vía y hagan público con luz y taquígrafos el destino de los cuantiosos fondos que reciben del Estado y sobre los que reina un secretismo inexplicable.

 

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