La oposición política

La Voz de Galicia

La sexta acepción gramatical de la palabra oposición es «grupo o partidos que en un país se oponen a la política del Gobierno» y la quinta «contradicción o resistencia a lo que otro u otros hacen o dicen». Si referimos esta última a la política y utilizamos conjuntamente ambos sentidos de la mencionada palabra, el resultado es que la oposición política es una actividad de contradicción y crítica a la labor del Gobierno que realizan los que no forman parte del partido en el poder.

De lo que antecede se desprende que estar en la oposición es consecuencia de una circunstancia previa que no depende de la voluntad de cada formación política, sino de los resultados electorales: está en la oposición quien no puede formar Gobierno. Pues bien, como los resultados electorales son cambiantes, formaciones políticas que hoy están en la oposición pudieron haber formado Gobierno en el pasado más cercano. El juego político depara, pues, la posibilidad de que la formación política A tenga que gobernar y la B oponerse a la acción de gobierno, y que en la legislatura inmediatamente siguiente se intercambien los papeles: la B gobernar y la A oponerse.

Si excluimos el puro capricho como fundamento de la actividad política, parece que tiene que haber un elevado grado de coherencia entre lo que cada partido político propone que se debe hacer, sin que en este punto tenga un peso determinante que esté en el Gobierno o en la oposición. La posición ocupada solo es determinante en el sentido de que solo si se está en el Gobierno se pueden llevar a cabo las propuestas efectuadas. Sentado lo anterior, parece que debería existir cierta congruencia permanente respecto de lo que piensa cada formación política. Por eso, no es infrecuente que el partido en el Gobierno acuse al partido que ha pasado a la oposición de no haber hecho cuando pudo lo que ahora reclama que se haga. Es el consabido y reiterado «y tú más».

Hace poco tiempo que ha habido en España un cambio de Gobierno y, por tanto, las dos formaciones políticas nacionales mayoritarias han cambiado de posición. Pero en la actualidad, si se me permite la comparación, estamos asistiendo a un debate político en el que el causante de un grave accidente en el que hay un herido que agoniza acusa al cirujano no ya de que la operación dure mucho, sino de que ya no esté curado, sin conceder tiempo alguno para la recuperación.

Si la situación no fuera tan grave, se podría entender que ambas formaciones se dedicaran al juego político de gobernar y oponerse. Pero en el de estado de emergencia nacional en el que estamos, los ciudadanos no comprenden que los partidos se dediquen a dicho juego. Los partidos políticos mayoritarios tienen que olvidar antiguas rencillas y sus intereses particulares, y hacer un gran pacto de Estado, al menos, en materia económica que nos permita salir de esta delicadísima situación.

Jose Manuel Otero

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