La crispación política

La Voz de Galicia
Jueves, 5 de agosto de 2004

En la rueda de prensa habida tras el último Consejo de Ministros celebrado en León, el presidente del Gobierno declaró que tras su llegada al poder ya había desaparecido la «crispación política». Esta afirmación implica, en pura lógica, que, a su modo de ver, en la legislatura anterior existió crispación política, es decir, un ambiente de irritación y enojo. Como no es razonable pensar que el Gobierno o el partido en el poder sufriesen tal estado de exasperación, hay que concluir que era la oposición la que estaba irritada y enojada.

Si la crispación es un estado de ánimo que no surge de manera espontánea y sin causa alguna, sino que presupone una acción anterior que la provoque, las causas de que la oposición estuviera crispada podían ser, entre otras, la propia acción de gobierno del Partido Popular que irritaba a los demás partidos, la poca participación política que permitía este partido a la oposición o ambas cosas a la vez. Todo lo cual era posible porque en la anterior legislatura los ciudadanos habían decidido libremente otorgar la mayoría absoluta al Partido Popular.

No es fácil, aunque pueda parecer lo contrario, administrar con acierto una situación de gobierno con mayoría absoluta. Porque hay una tendencia irrefrenable a entender el mandato de la mayoría absoluta como el encargo de hacer exclusivamente lo previsto en el programa ganador, sin dar participación alguna a las propuestas de los partidos perdedores. Pero las mayorías absolutas tampoco surgen por causalidad, sino que suelen ser la respuesta del electorado a una determinada manera de gobernar. Y en el primer Gobierno de Aznar se pudieron ver, tal vez con demasiada frecuencia, las importantes contrapartidas que obtenían partidos nacionalistas minoritarios simplemente por prestar su apoyo a las iniciativas del Gobierno.

Pues bien, si ahora ya no existe crispación política, lo lógico es pensar que se debe a que han desaparecido las causas que la producían; es decir, la actual acción de gobierno del Partido Socialista no desagrada a la oposición y, además, se permite a ésta participar en las iniciativas de gobierno. Y así sería, de no ser porque actualmente la división del Parlamento es la misma que antes, pero al revés: la oposición la forma exclusivamente el Partido Popular, mientras que el Gobierno monocolor del Partido Socialista está soportado, en una especie de mayoría absoluta multipartido, por todos los demás partidos que antes estaban en la oposición.

Así las cosas, es evidente que en la actualidad la oposición -el Partido Popular-tampoco tiene posibilidad alguna de participar en las iniciativas de gobierno y no creo que esté muy conforme con las acciones de gobierno del Partido Socialista. Más bien todo lo contrario, pues está comprobando cómo se están dejando sin efecto una parte importante de sus anteriores acciones de gobierno. Por lo cual cabe pensar que no es que haya desaparecido de nuestra vida política la crispación, sino que la antigua oposición ya no está irritada y enojada por la simple pero fundamental razón de que ya está en el poder.

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