Empresarios, trabajadores y sindicatos
En las sociedades avanzadas hay libertad para elegir la forma de ganarse la vida. Al amparo de esta libertad, hay personas que optan por convertirse en empresarios. Para lo cual, invierten sus recursos económicos, contratan a trabajadores a cambio de un salario, y, con la combinación de estos dos factores, producen bienes o servicios que ofrecen en el mercado a los consumidores y usuarios.
Pero toda empresa implica un riesgo. Si la marcha del negocio es próspera, se creará riqueza, se mantendrá -o aumentará- el empleo, y el empresario obtendrá los beneficios que persigue. Pero si es adversa, todos perdemos: el empresario los recursos que invirtió, los trabajadores su puesto de trabajo y, con él, su salario, y la economía general del país un organismo que estaba destinado a crear riqueza.
Este esquema, que hoy parece claro, no siempre fue así: ciertas prácticas abusivas por parte de empresarios desalmados llegaron a convertir al empresario en el verdadero enemigo del trabajador. Pero el paso del tiempo y las conquistas laborales permiten hoy una visión más objetiva de la realidad, y actualmente son pocos los que mantienen el demagógico discurso anti-empresarial. Porque no hay que olvidar que no es obligatorio ser empresario, y que quien decide serlo en nuestros días más que explotar al trabajador lo que hace es darle un empleo con el que pueda ganarse dignamente su sustento.
Pero sería erróneo desconocer que sin trabajadores no hay empresa y que, por tanto, también ellos tienen también un papel absolutamente esencial en la generación de recursos. De los trabajadores se espera que sean laboriosos y que traten de mejorar su cualificación profesional, lo cual redundará en su promoción en el seno de la empresa. Por eso, es ilógico pensar que un empresario llegue a prescindir de un buen trabajador por puro capricho, y sin que obedezca a una verdadera necesidad. Sin embargo, en tiempos de crisis, no se genera empleo suficiente para contratar a todos los que acuden al mercado laboral. Porque, además de disminuir el número de empresarios, no deja de crecer la demanda de trabajo
Ante esta situación, lo lógico parece adoptar las medidas necesarias para evitar que se cierren empresas facilitando sobre todo su acceso al crédito, porque cuantas más empresas haya, más oferta de empleo habrá. ¿Y qué piden los protagonistas?: los empresarios, mayor flexibilidad laboral y abaratar el despido; los millones de ciudadanos que no tienen empleo y lo buscan, que se impulse la creación de puestos de trabajo; los sindicatos, que defienden los intereses de los que tienen trabajo y están más subvencionados que nunca, amenazan con movilizaciones si se reforma el mercado laboral. ¿Y qué ha decidido el Gobierno?: por el momento, a cambio de la paz sindical, dejar las cosas como están. ¿Qué se debería hacer? Respóndanse ustedes mismos.