El abrazo entre dos

La Voz de Galicia
Domingo, 17 de mayo de 2009

Seguramente, bastantes de nosotros hemos encontrado más de una vez por la calle a un grupo de jóvenes que ofrecían abrazos gratis. Y es probable que algunos hayan accedido a dejarse abrazar por quienes ofertaban tal acto de generosidad: no cobrar por estrechar a un desconocido entre los brazos. Este hecho que podría considerarse simplemente como un gesto más de los muchos y buenos que tiene la juventud actual, suscita, sin embargo, algunas reflexiones que tienden a desentrañar los múltiples significados que tiene el abrazo.

En la acción de abrazar no interesa tanto describir en qué consiste: ceñir con los brazos, cuanto averiguar la señal a que responde “en señal de cariño”, dice el Diccionario. No importa, pues, el gesto en sí de que dos personas estrechen sus torsos haciendo pasar sus respectivos brazos por sus espaldas, sino qué se esconde tras él. Y para saberlo no queda más remedio que situarse en el delicado terreno de las intenciones.

Hay casos en los que la relación –o la falta de ella- entre el abrazante y el abrazo, explica con cierta facilidad el sentido del abrazo. En el hecho de los jóvenes que ofrecen abrazos gratis, parece descubrirse en los abrazantes una elevada dosis de solidaridad con sus semejantes. Sin saber por qué vicisitudes vitales pasan los abrazados, aquéllos con el gesto de abrazarlos muestran su intención de compartirlas instantáneamente. Pero sin mayor compromiso: lo que dure el abrazo y con el significado que quiera darle el abrazado. Porque lógicamente las cosas no pueden ir más allá: son vidas que se han cruzado por casualidad, y al ofrecimiento incondicional del abrazante responde el abrazado aceptando la oferta sin más: sin tener que explicar si es por hacer una gracia, si es porque lo necesita, o si es por cualquier otra razón. En estos casos, aun siendo buena en sí misma la acción de que los humanos se abracen, la señal que refleja el abrazo es poco intensa.

Las cosas cambian radicalmente cuando existen sentimientos entre los dos que se abrazan. En estos casos, en la acción material de ceñirse mutuamente los brazos hay un mensaje que puede ser tan variado como lo son los sentimientos del ser humano. El abrazo se convierte entonces en un gesto plurivalente. Si los sentimientos son las impresiones que causan en el alma las cosas espirituales, el abrazo puede responder al amor, la amistad, el cariño, el miedo, el dolor, la tristeza, la alegría, etc. Y precisamente porque los sentimientos admiten grados de intensidad, el abrazo que responde a cada uno de ellos varía en función de su propia vehemencia.

Pero todavía hay otra una nota en el abrazo entre dos que conviene significar: su carácter íntimo y, por tanto, invisible. Como los dos tienen su propio sentimiento y solo cada uno de ellos sabe con certeza cuál es el suyo, en muchas ocasiones es muy difícil, por no decir imposible, decir la señal a la que responde el abrazo. Porque, a veces, las apariencias engañan, y el sentimiento íntimo de uno, o el de los dos, puede no responder al sentimiento que se presume.

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