Basuras Modernas

La voz de Galicia
Lunes 8 de Agosto de 2011

L a palabra basura se entendió hasta hace poco en el sentido de «inmundicia, suciedad, y especialmente la que se recoge barriendo». En los últimos tiempos se utiliza también para calificar dos realidades: cierto tipo de comida y determinados programas de televisión.

Aunque puede ser expresiva, la palabra basura nunca debería ser empleada para referirse a la comida. Ni siquiera para denominar a la que es muy poco nutritiva y posiblemente perjudicial por su escaso valor nutricional y su exceso de aditivos. Al servirnos de sustento, la comida debe ser calificada con sumo cuidado, sobre todo si se piensa en que hay países que padecen no ya hambre sino -lo que es inadmisible en el siglo XXI- hambruna. Por muy nociva que pudiera ser para la salud, la comida que ingerimos en el primer mundo no puede en ningún caso ser considerada como inmundicia, y mucho menos aún equiparada con la suciedad que se recoge del suelo. Aunque pueda parecer demagogia, estoy seguro de que la comida que aquí llamamos basura sería recibida en Somalia como digna de gourmet. Es posible que no sea sana en países en los que una buena parte de sus habitantes se han vuelto sedentarios. Pero, en ese caso, llamémosla comida insana en lugar de basura.

La segunda realidad a la que se le aplica la palabra basura es a un determinado tipo de espacios de televisión. Según la Asociación de Usuarios de la Comunicación, «podríamos denominar telebasura a cualquier espacio o parte del mismo, sea cual sea su género (casi siempre magacines y realities, aunque también concursos e incluso debates) en el que se prima el mal gusto, lo escandaloso, el enfrentamiento personal, el insulto y la denigración de los participantes y la agresión a la intimidad (es decir, la invasión de la intimidad de los que participan pero, sobre todo, la imposición a los espectadores de la intimidad de los que participan)».

En este caso, la acepción de basura como «inmundicia, suciedad, y especialmente la que se recoge barriendo» me parece que se queda corta para definir ese tipo de programas de televisión. Afortunadamente, el Diccionario de la RAE prevé, sin embargo, otro significado de la palabra basura que se ajusta perfectamente; a saber: «lo repugnante o despreciable».

Por eso, es preocupante que recientemente dos de esos programas basura, la final de Supervivientes y Sálvame de Luxe, hayan sido vistos, respectivamente, por casi 4,5 millones de telespectadores (el 38,8 %de la cuota de pantalla) y casi 2,2 espectadores (el 23,5 %). La pregunta surge por sí sola: ¿hay tantos españoles que gozan con el mal gusto, lo escandaloso, el enfrentamiento personal, el insulto, la denigración de los participantes y la agresión a la intimidad? Si es así, ¿revela este dato el nivel de formación de una buena parte de nosotros? Los datos demuestran que hay algo que se viene haciendo muy mal desde hace tiempo. La cuestión es si podrá remediarse.

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