Adiós, PSOE, adiós

La Voz de Galicia

Remedo el título de la conocida película de Ben Affleck, Adiós, pequeña, adiós, porque existe una importante coincidencia entre el argumento del filme y la realidad actual del citado partido político. A la niña del filme la secuestraron, y al Partido Socialista Obrero Español de vocación mayoritaria parece que también. Debo aclarar que me preocupa la situación actual del PSOE porque soy un decidido partidario de la estabilidad institucional. Considero que la alternancia en el poder entre los dos grandes partidos que representan el sentir mayoritario de la sociedad ofrece muchas más ventajas que la diseminación del voto entre partidos que representan grupúsculos minoritarios.

Hay bastantes ciudadanos que no esperaban la irreconocible línea política que viene siguiendo la actual dirección del PSOE. Es verdad que no era fácil trazar las líneas maestras de la oposición política al Gobierno, después de haber sido el partido que sumió a España en la mayor crisis económica de nuestra reciente democracia. Y era todavía más difícil si el líder de dicho partido había formado parte del Gobierno que nos llevó a tan difícil situación. A pesar de todo, había quienes esperaban de un político que ha estado tantos años en el Gobierno un pensamiento de hombre de Estado: si no supimos ver a tiempo la grave situación que se avecinaba, al menos ayudaremos en todo lo posible al partido en el Gobierno para salir cuanto antes de ella.

Los hechos demuestran desgraciadamente que el PSOE no está colaborando en la ardua tarea de sacar a España de la crisis. Su modo de hacer oposición revela que la dirección actual del PSOE está desorientada. Parece un boxeador noqueado que deambula por el ring sin enterarse de lo que pasa y que abraza a todo el que pasa por su lado menos a su adversario. Eso es lo que explica que se apunte a todas las manifestaciones, incluso a las que son contradictorias entre sí; que sus dirigentes defiendan una idea en un lugar y la contraria en otro; que se haya resquebrajado la unidad del partido en temas capitales como las cuestiones territoriales, o que haga recientemente unas propuestas fiscales trasnochadas más propias de otros partidos radicales y minoritarios, olvidando que la copia siempre tiene menos valor que el original.

Su estado de aturdimiento le impide comprender que ser alternativa de poder obliga a alinearse con el Gobierno en cuestiones de Estado tan relevantes como defender la política económica general en momentos de crisis o hacer frente al desafío secesionista de Cataluña. La ofuscación en tratar de recuperar el poder con la única estrategia reconocible de desgastar como sea al Gobierno, sin hacer antes una profunda reflexión sobre lo que debe ser el socialismo en el siglo XXI, hacen pensar que la actual dirección del PSOE también escucha al pajarito de Hugo Chávez. Los españoles necesitamos que este partido recupere cuanto antes sus señas de identidad y que proponga una línea política clara, general, coherente, autóctona y sin copiar ocurrencias e improvisaciones.

 

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