No nos merecemos las actuales campañas electorales

La Voz de Galicia
Domingo 28 de noviembre de 2010

Escribía José Ortega y Gasset en La rebelión de las masas (1937) que cuando los ciudadanos dejan de prestar atención a la política llegan las instituciones políticos que no prestan atención a los ciudadanos. No creo que los españoles hayamos perdido interés por la política y, sin embargo, cada vez parece más evidente que la mayor parte de nuestros políticos han dejado de prestar atención a los verdaderos problemas de los ciudadanos.

En los debates parlamentarios de los últimos tiempos, los ciudadanos asisten atónitos al aumento de las descalificaciones personales, a la reiteración de las acusaciones de «tú más», o al cambio de papeles entre el Gobierno y la oposición, de tal modo que aquel acusa a esta de no hacer propuestas y esta a aquel de huir hacia ninguna parte. De lo que de verdad interesa a los ciudadanos, que es, según las preocupaciones que muestran las últimas encuestas, el paro, la situación económica y el nivel de la propia clase política, se discute y se propone muy poco.

Pues bien, las cosas son todavía peores si fijamos nuestra atención en las campañas electorales. La ley orgánica 5/1985, que regula la propaganda electoral y los actos de campaña, destina una parte de su articulado a determinar la utilización de los medios de comunicación pública durante la campaña electoral, a la distribución de los espacios gratuitos concedidos a los partidos políticos y a establecer los principios de respeto al pluralismo político y social y de neutralidad informativa. Pero no contiene ningún precepto que fije un contenido mínimo y obligatorio en todas las intervenciones de los políticos en las campañas electorales.

Por eso, en la actualidad, cualquier político puede decir en esos actos todo lo que tenga por conveniente en ejercicio de su libertad de expresión sin más límites que los que establece la propia Constitución.

Sobre esto no habría nada que objetar, de no ser por el inadmisible grado de envilecimiento que está alcanzando en nuestros días la actuación de nuestros políticos en las campañas electorales. El nivel de la campaña catalana, reflejado no solo en los vídeos de contenido sexual y contra la inmigración ilegal, sino también en los cortes de los mítines electorales que ofrecen las televisiones, lleva a la conclusión de que nuestros gobernantes -y créanme que me cuesta ser tan duro- nos toman por idiotas, por sujetos sin formación alguna.

Como no nos merecemos que nos traten así, convendría plantearse si no ha llegado ya el momento de reformar la legislación sobre las campañas electorales y recordarles a nuestros políticos que son, antes que otra cosa, nuestros administradores. Razón por la cual, debería ser obligatorio para los que han gobernado dar cuenta de sus actuaciones y centrarse en lo que proponen para el nuevo período. Y para los que han estado en la oposición, hacer una crítica de los resultados del que ha gobernado y proponer sus alternativas. Una vez dicho esto, si quieren hablar de otras cosas, que lo hagan. Pero no sin antes rendir cuentas, como se exige a todo el que administra bienes ajenos.

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