Las funciones de los abuelos modernos

La Voz de Galicia
Sábado, 3 de octubre de 2009

Se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que en los últimos cincuenta años la sociedad española ha sufrido una profunda transformación, debida, entre otras causas, a la libertad y al aumento del nivel de vida que trajo consigo la democracia. La familia, entendida en el sentido gramatical de «grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas», es una de las instituciones que refleja con mayor claridad los cambios experimentados. Y es que frente a la uniformidad de la familia tradicional, compuesta generalmente por la unión en primeras nupcias de un hombre y una mujer y sus hijos comunes, la familia de hoy es pluriforme.

Además de la tradicional -que todavía es mayoritaria-, las familias actuales van desde aquellas en las que el núcleo esencial está conformado por personas heterosexuales que tuvieron otras experiencias matrimoniales anteriores y que aportan a la nueva familia hijos de tales experiencias, hasta las integradas por personas del mismo sexo con hijos nacidos de alguna de ellas o adoptados, pasando por las monoparentales con uno o más hijos.

Lo que, en cambio, ha permanecido invariable es la presencia de los abuelos, ya sea porque habitan en el domicilio familiar (cosa que cada vez es menos frecuente por razones de espacio), ya porque, aunque vivan a cierta distancia, logran mantener frecuentes contactos con la familia. El hecho mismo de que los abuelos -que, por fuerza, son personas de edad- acepten con naturalidad esta heterogénea composición de las familias actuales habla a favor de su fácil adaptabilidad a cambios tan significativos en algo tan sensible como es la composición de las unidades de parentesco convivenciales. Pero, de todas las funciones que tienen que cumplir los abuelos modernos, tal vez la más destacable es la de mediador, esto es, de persona que, siendo la de más edad, se interpone entre las dos generaciones que le siguen: los padres y los hijos.

Esta labor de interposición es de muy variada naturaleza, y depende, en buena medida, de la edad que tengan los nietos. Cuando estos son pequeños, los abuelos son una unidad de apoyo para los padres, a quienes suplen con frecuencia en sus funciones puramente materiales, como ir a buscar los niños al colegio, llevarlos al médico, o quedarse con ellos cuando sus padres salen a divertirse. Pero con ser importante y de extraordinaria utilidad para los padres, no es esta la principal función que cumplen los abuelos, sino la ser preceptores de sus nietos, enseñantes de la vida, sin que en ello importe la edad que tengan estos.

Porque aunque se dice que los abuelos están para maleducar a sus nietos, de esto hay algo, pero muy poco. Lo que suelen hacer, durante el largo tiempo que pasan con ellos, es enseñarles a ver las cosas con la certera mirada de la experiencia. Es esta una visión de la vida con ojos llenos de cariño y de ternura, pero con una medida bastante precisa y exacta de las distintas situaciones ante las que pueden verse los nietos. Y esto que parece poco, es mucho.

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